viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Encontraría...?


“París es un gran amor a ciegas, todos estamos perdidamente enamorados pero hay algo verde, una especie de musgo, qué sé yo.”
Empiezo a escribir sobre mis días en Paris. Parece una tontería pero tenía y tengo tantas ilusiones puestas en estas líneas. Espero tastas cosas de esta ciudad, de este momento de mi vida. Pero posiblemente espero demasiado, pronto saldré a buscarlo. De momento empiezo a escribir en medio de la espera.
Oliveira se fue de Paris con la Maga perdida quién sabe dónde. Yo vengo a Paris con la Maga perdida, y quién sabe dónde estoy yo. Tal vez esta no sea la mejor manera de encontrarse, ni la mejor ciudad. Es un sitio para perderse, para diluirse en una multitud, dejarte llevar, simplemente disfrutar si se puede. Oliveira se fue para buscar a la Maga, aunque nunca lo admitió, simplemente dijo que huía de él y de ella. Yo vengo para buscarla de nuevo, pero primero me tengo que encontrar a mí. Oliveira admitió por el contrario que su signo era buscar, buscar como lo hacía el Perseguidor, buscar quién sabe qué. Ahí estoy yo, buscando en Paris quién sabe qué, y quién sabe qué encontraré.
De momento he caído en Paris, sí, esta ciudad tan hablada y sobada y que me da la impresión que poca gente conoce. Esta ciudad donde cabe todo y todos. Esta ciudad donde hay 3 actitudes principales: la turista, que simplemente la pisa, la parisina, que simplemente la sufre, y la amante, que simplemente la vive. Espero (otra vez esperando) que la mía sea la tercera, aunque de momento la sufro…de pronto, el 16 de octubre empieza el primer gran festival de jazz de Paris :), buen momento para amar.
Una de las cosas más fascinantes de Paris son las caras. Hay muy poca gente que ande por estas calles mirando las caras y los ojos de la gente (y mucho menos los que llevan una sonrisa mientras andan así). Normalmente andan mirando el suelo o lo que les dice un mapa o una guía que deben mirar, cosas de pisar o sufrir la ciudad. Es impresionante ver todas las caras del mundo andar por una misma calle, todos los ojos, todos los estados de ánimo pasear por delante de tu cara. Y lo más impresionante de todo, que te puedes pasar la vida en una esquina mirando caras, y todas son nuevas…mires donde mires hay caras nuevas que no volveré a ver, pero que se quedan unos segundos jugando con tu imaginación, esa que no era capaz de imaginar esa cara que te pasa por delante y que de repente te parece tan agradable, tan juvenil, tan adorable, tan fea, tan difícil, o tan memorable…Caras de una ciudad, pero caras del mundo.
De Montmartre hablaré próximamente. Mi barrio si queréis llamarlo así. En una guía (dónde sinó), leí que en Montmartre se podía comprar y vender sexo en todas sus modalidades…jaja. Creo que es cierto, pero no es nada feo, ni descarado, ni poco sutil. Este “quartier” está lleno de sutilezas que dejan el comentario del sexo como una simple anécdota. De Montmartre os recomiendo encarecidamente la ventana del “toilette” de mi piso. O la ventana que tengo a mi izquierda cuando me acuesto en mi cama. Es impresionante ver parís a tus pies. Parece que vivo en una casita arriba de un árbol, y que abajo queda Paris. Todas esas luces, y tejados y chimeneas…entonces, cuando veo estas escenas, ya sea de día o de noche es cuando me viene a la cabeza esa frase de la peli de Amelie: ¿Cuántos orgasmos estarán teniendo lugar ahora mismo en Paris?...por algo dicen que es un lugar ideal para enamorados.
En fin, es imposible vivir en Paris sin amor. Y cuando digo amor digo amor y no tonterías de “enamorados”, o parejas que no se sabe si están enamorados o están cegados. Amor con mayúsculas del que la gente se avergüenza de hablar. De ese que todo el mundo dice tener y sentir y que nadie sabe cierto que es. Ese amor que no se encuentra. Ese amor que solo se tropieza con él, y con el que es difícil quedarse. Ese amor que es una tormenta, electrizante y que te empapa de lluvia, y que después se va y te quedas tiritando y sin ropa seca. Y solo hay una manera de salvarse de eso, acostarte con tu amor…
En Paris esto resurge por todos los lados, y te cala. Es complicado Paris, pero extasiante.
Por ahora deseo pocas cosas de esta ciudad, pero demasiado grandes creo yo (he dejado de esperar, ahora deseo :), desenvolverme mejor por aquí, y que haya tormenta. Y por supuesto que vengáis pronto a verme, sabéis de sobra que hay un sofá cama para dos, y dos colchonetas esperándoos. Y yo claro, yo también os espero.
Un abrazo y un beso sincero
Fernando Morant
¿Encontraría a la maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenido en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.